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Mostrando las entradas de noviembre, 2018

Capitulo once

Capitulo once Las leyes salvajes / empañan mi huida / el estanque no para de crecer cantan los héroes del silencio. El estéreo del departamento sonaba a todo volumen. Me desperté. Eran las cinco de la mañana. La luz del baño estaba encendida. Mónica se colocaba un vestido naranja que mostraba sus bien formado trasero. La contemple recostado en mi almohada.  No me costó mucho trabajo acostumbrarme a dormir con ella. Renuncie a seguir asistiendo a hoteles y de exponerme en bares, asi que pasábamos las tardes en el departamento. A veces, después de unos tragos y de hacer el añor, caíamos dormidos y despertábamos como hoy, hasta el siguiente dia. - ¿Dónde vamos?, pregunte. - Voy a Guadalajara, olvide decirte. - Ya veo, le dije, y ¿a qué vas? - Me manda la jefa de área. - ¿Cuándo regresas? - No lo sé aun, recogeré una USB con los datos de los nuevos SRSs y las claves de sus accesos y las nuevas cuentas bancarias de las oficinas. - ¿Porque no te lo mandan por correo?

Capitulo diez. El depa

Capitulo diez, el departamento Entre al edificio de departamentos de Reforma 222, en el lobby del edificio un guardia me saludo. Es usted el señor Javier. Si soy yo. Soy el guardia del edificio, bienvenido. La señorita Mónica estuvo aquí muy temprano, me pidió que le entregara su llave. El guardia me entrego la llave. Me permite una firma. Me alcanzo el formulario para firmar de recibido. Mero trámite. Está bien, le dije. Pase, es el undécimo piso. Era un edificio de estilo español con pisos de mosaico árabe, subí al ascensor, presione el piso once. El ascensor me pidió la autorización. Introduje la tarjeta, el elevador cerró las puertas. Ya en el undécimo piso abrió las puertas y sonó un timbre. Estaba en el departamento. El departamento tenía una enorme sala con un sofá de piel color chocolate,   piso de madera, cortinas de persianas de piso a techo. Unas ventanas panorámicas permitían ver Paseo de la Reforma. Había un pequeño comedor alto con sillas negras. Una cocina de

Capitulo nueve La Boda

Recuerdo el día de mi boda. Se escuchaba   una canción de Enya en la iglesia. Who can say where the road goes, Where the day flows, only time .  La misa se celebró en la iglesia de San Cayetano sobre avenida Montevideo. Los ventanales de colores dejaban pasar algunos rayos de luz, las bancas de madera estaban perfectamente alineadas. Recuerdo a Ana, mi ahora esposa. Sonreía. Se veía tan joven. Estuve una hora esperando afuera de la iglesia. Pensé que Anita se había arrepentido, al final llego con su mamá y sus tías en la limusina. Al menos no me dejo plantado. Ana estaba vestida de blanco. Ahí estaban sus papas afuera de la iglesia, me estaban dando el abrazo. Si no la cuidas te parto tu madre. No mames, ni en sueños me respeta el señor. La música seguía. Se escuchaba la canción por todos los rincones de la iglesia. Ana feliz, yo estaba ausente. Ausente y con una resaca terrible. Una noche antes había estado en un bar del centro. Habia conocido a Mimi. Una chica hondureña